Los Padres de la Patria Latinoamericana

Espacio creado con la intención de rendir homenaje a los Hombres y a las Mujeres que por su compromiso con las problemáticas de los pueblos, cada uno en su tiempo, en su país, desde su rol, protagonizaron las luchas y construyeron la Historia Latinoamericana. Y también a los Hombres y a las Mujeres que a día a día mantienen alzadas las banderas de la libertad y los derechos de los Pueblos.


martes, 29 de junio de 2010

Camilo Torres - El Cura Guerrilero - Biografía

Farabundo Martí - "Dicen que vieron pasar" Autor: Adrián Goizueta

POEMA A FARABUNDO MARTI

FARABUNDO MARTÍ





Maestro incansable proletario
que organizaste al jornalero
artesano de todo el Occidente.

Con tu frente caliente
para que la raza pipil
despertara del opio viril
que le trajo Pedro de Alvarado demente.



Con la sotana y la espada
para adormecerlo de ada,



Farabundo, tu sacrificaste tu vida
por la revolución salvadoreña,
en donde tu ejemplo es templo
de fragua de chispa
de locomotoras que hablan de tu presencia.

Todos los días en la gesta
de nuestro pueblo cuscatleco
madrugador, obrero,
del cantar de la tierra de fiesta.



autor: GERMAN ATILIO CALDERON

de: http://www.fmln.ca/farabundo/marti.htm

FARABUNDO MARTI


1893-1932



Nació en Teotepeque, La Libertad, Departamento de El Salvador, el 5 de Mayo de 1893 y creció en las remotas montañas de la costa balsameras de ese lugar. Hijo de Pedro Marti y Socorro Rodríguez. Sexto hijo de un total de 14.

1,280 hectáreas de tierras pertenecían a Pedro Marti...la familia vive en un ambiente agrícola. Farabundo crece en medio de colonos y jornaleros. A sus 20 años, como estudiante ya se identificaba con la clase trabajadora. Farabundo se bachillera en 1913 de un colegio salesiano, obteniendo el diploma de bachiller en ciencias y letras. Ingresa a la Universidad Nacional en la carrera de Jurisprudencia y Ciencias Sociales.

Comenzó a jugar un rol activo en la lucha contra el régimen de Meléndez-Quiñónez a temprana edad. Por organizar un acto en apoyo a la Asociación de Estudiantes Unionistas, grupo guatemalteco que exigía el fin de la dictadura de Estrada Cabrera en ese país vecino es encarcelado en Zacatecoluca. En 1920 la Asociación de Estudiantes Universitarios pide la libertad de Farabundo Marti.

Ese mismo año Farabundo es deportado a Guatemala, al exilio por cinco años en donde continua sus estudios en la Universidad de San Carlos. Durante meses desaparecía de las aulas. Finalmente se le encontraba trabajando en una fabrica de cervezas, como peón en los ingenios de azúcar o como albañil, de esta manera logro experimentar en carne propia la explotación que sufría el pueblo. Martí aprende en este periodo gran parte de la lengua vernácula de las comunidades Quiche viviendo entre ellos. Sigue su formación y se identifica con los oprimidos y se une a la lucha de los Indígenas del Quiche.
Marti es denunciado por los patronos alemanes de las fincas de café (Guatemala) Por su actividad revolucionaria en Guatemala debe partir para México. En aquél país se unió a los trabajadores mexicanos para luchar contra la opresión capitalista. Luego regresa a Guatemala. En 1925, un grupo de estudiantes fundan en Guatemala el Partido Comunista Centroamericano, Marti ocupa el cargo de secretario del exterior. Este partido fue disuelto en 1927. Martí es deportado a El Salvador, y de El Salvador a Nicaragua por ordenes del Presidente Alfonso Quiñonez.

A los pocos días regresa clandestinamente a El Salvador a seguir organizando a los trabajadores. Ya desde 1925 hasta 1928 Marti trabaja febrilmente junto a la Federación Regional de Trabajadores de El Salvador. Farabundo conocido bajo el pseudonimo de "El Negro" se gana nombre en los círculos de intelectuales.

En 1928, Marti viaja a New York para tomar contacto con la dirección central de la Liga Antiimperialista de las Americas que le encarga situarse en Nicaragua como su representante ante Sandino. En El Salvador lo nombran responsable de una Brigada que luchara junto a Sandino. Después de luchar en Nicaragua junto a Sandino, viajó a México donde se convirtió en el Líder Latinoamericano del Socorro Rojo Internacional.

En 1930 regresa a El Salvador y funda junto a otros compañeros el PCS, partido que rápido se pone a la cabeza de los trabajadores y del pueblo que ha sufrido regímenes sucesivos de opresión. Fue deportado nuevamente a fines del 1930 y fue montado prisionero en la embarcación Venezuela con rumbo a Florida, pero con la solidaridad de los trabajadores de aquel lugar, Farabundo se negó a desembarcar y fue traído nuevamente a El Salvador pero lo subieron en otro barco rumbo a Nicaragua. Ninguno de los gobiernos reaccionarios del área lo admitía en su país. En el Puerto de Corinto de Nicaragua se escapo de un bote y regreso de inmediato a El Salvador el 1 de febrero de 1931.

A esa altura la lucha se había incrementado en El Salvador con huelgas y protestas en todo el país contra la opresión, persecución política, el desempleo, el hambre y la pobreza. La persecución, el arresto y la deportación era algo común.

Farabundo y otros líderes del PCS fueron arrestados en la insurrección general del 22 de Enero de 1932. El 1 de Febrero fue ejecutado por un escuadrón del ejército asesino y represivo.

de: http://www.fmln.ca/farabundo/marti.htm

Salvador Allende Gossens


Chile



SALVADOR ALLENDE: Un consecuente de Chile y del mundo.



EL 24 DE JUNIO DE 1908 NACE EN VALPARAÍSO SALVADOR ALLENDE GOSSENS



AUTOBIOGRAFIA:



Pertenezco a una familia que ha estado en la vida pública por muchos años. Mi padre y mis tíos, por ejemplo, fueron militantes del Partido Radical, cuando éste era un partido de vanguardia. Este partido nació con las armas en la mano, luchando contra la reacción conservadora. Mi abuelo, el doctor Allende Padín, fue senador radical, vicepresidente del Senado y fundó en el siglo pasado la primera escuela laica en Chile. En aquella época fue, además, serenísimo gran maestro del orden masónico, lo que era más peligroso que hoy ser militante del Partido Comunista.

Bien pronto, pese a pertenecer a una familia de la mediana burguesía, dejé la provincia, Valparaíso, y vine a estudiar Medicina a Santiago. Los estudiantes de Medicina, en aquella época, se encontraban en las posiciones más avanzadas. Nos reuníamos para discutir los problemas sociales, para leer a Marx, Engels, los teóricos del marxismo. Yo no había frecuentado la Universidad buscando ansiosamente un título para ganarme la vida. Milité siempre en los sectores estudiantiles que luchaban por la reforma. Fui expulsado de la Universidad, arrestado y juzgado, antes de ser médico, por tres cortes marciales. Fui liberado, enviado al norte de Chile y después comencé en Valparaíso mi carrera profesional. Tuve muchas dificultades porque, aunque fui un buen estudiante y me gradué con una calificación alta, me presenté, por ejemplo, a cuatro concursos en los que era el único concursante y, sin embargo, los cargos quedaron vacantes. ¿Por qué? Por mi vida estudiantil.

En Valparaíso tuve que trabajar duramente, en el único puesto que pude desempeñar: asistente de Anatomía Patológica. Con estas manos he hecho mil quinientas autopsias. Sé qué quiere decir amar la vida y sé cuáles son las causas de la muerte.

Terminando mi trabajo de médico, me dedicaba a organizar el Partido Socialista. Yo soy el fundador del Partido Socialista de Valparaíso. Me enorgullece haber mantenido, desde cuando era estudiante hasta hoy, una línea, un compromiso, una coherencia. Un socialista no podía estar en otra barricada que en aquella en la que yo he estado toda mi vida. En verdad, tuve influencia en mi formación de un viejo zapatero anarquista que vivía frente a mi casa, cuando yo era estudiante secundario. Además me enseñó a jugar ajedrez. Cuando terminaba mis clases, atravesaba la calle e iba a conversar con él. Pero como era un hombre brillante, no sólo me planteaba sus puntos de vista sino que me aconsejó que leyera algunas cosas. Y empecé a hacerlo.

Cuando fui a la Universidad, ya había allí una inquietud mayor, y también en esa época los estudiantes de Medicina representábamos al sector menos pudiente, no como los abogados; los abogados, como estudiantes, formaban parte de la oligarquía. Además, yo iba de provincia y desde esa época empecé a ver la diferencia que existía en la Universidad y en la vida. Como médico, las cosas se me fueron haciendo mucho más claras. No soy un gran teórico marxista, pero creo en los fundamentos esenciales, en los pilares de esa doctrina, en el materialismo histórico, en la lucha de clases. Pienso que el marxismo no es una receta para hacer revoluciones; pienso que el marxismo es un método para interpretar la historia. Creo que los marxistas tienen que aplicar sus conceptos a la interpretación de su doctrina, a la realidad y conforme a la realidad de su país. Por ejemplo, yo era tan marxista como ahora en el año 1939, y fui, durante tres años, ministro de Salubridad de un gobierno popular. Soy fundador del Partido Socialista, que es un partido marxista, y llevo dos años en el gobierno. Pero ya lo he dicho: no soy presidente del Partido Socialista, ni mi gobierno es un gobierno marxista.

Yo he sido candidato cuatro veces: en el ‘51, para mostrar, para enseñar, para hacer comprender que existía un camino distinto de aquel que estaba establecido, incluso por el Partido Socialista, del cual yo a partir de ese momento fui expulsado por no haber aceptado esa línea. Expulsado del Partido Socialista entré en contacto con un Partido Comunista que estaba en la ilegalidad. Y así nació el embrión de aquello que es hoy la Unidad Popular: la alianza socialista- comunista. Un pequeño grupo socialista que yo representaba y los comunistas, que estaban en la ilegalidad. En el ‘51 recorrí todo Chile sin ninguna ilusión electoral, pero para decirle al pueblo que la gran posibilidad consistía en la unidad de los partidos de la clase obrera, incluso con partidos de la pequeña burguesía. La fuerza de esta idea, nacida en el ‘51, se manifestó de manera poderosa en el año ‘58. En el ‘58 yo perdí las elecciones por treinta mil votos. En el ‘64, hubiéramos vencido, si hubieran sido tres los candidatos, pero el candidato de la derecha, que era radical, prácticamente se retiró, y quedamos el señor Frei y yo. Y la derecha, apoyó a Frei.

Con esto quiero subrayar que por tantos años yo he tenido un diálogo constante y permanente con el pueblo a través de los partidos populares. Y en esta última campaña organizando los comités de la Unidad Popular en cada fábrica, en los cuarteles, en las calles, en todas partes habíamos formado comités, escuelas, liceos, industrias, hospitales. Éstos han sido los vehículos, los contactos, los tentáculos del pensamiento de la Unidad Popular con el pueblo.

Es por ello que, aunque los medios de información eran tan restringidos, pudimos alcanzar esta victoria de hoy. Se puede usar, aquí, una expresión no política, pero clara: la cosecha de la victoria es fruto de la siembra de muchos años. En el año 1958, el FRAP —que entonces se llamaba así: Frente de Acción Popular— venció en la votación masculina. Yo vencí en la votación masculina y perdí en la de las mujeres.

En 1964, no obstante que Frei fue apoyado por los sectores de la derecha, en el voto masculino quedamos en igualdad, Pero él me ganó, por un porcentaje muy elevado, entre las mujeres. Después de eso, en el ‘70, la verdad es que Alessandri y Tomic habían obtenido más votos que yo en proporción, en el sector femenino. Yo triunfé de lejos, entre los hombres.

Ahora, en el ‘58, las condiciones eran distintas. La Unidad Popular, en aquella época, era representada sobre todo por socialistas y comunistas. Y aun si hubiéramos ganado -gracias al voto masculino- la composición del Congreso era distinta de la actual. Los partidos Conservador, Liberal y Radical eran la mayoría. No había ninguna posibilidad, aun con el apoyo demócrata-cristiano, de que yo venciese al Congreso.

Todo, absolutamente todo, estaba dispuesto en Chile, de modo tal de asegurar la victoria de Alessandri. Además, existía una tradición según la cual el Congreso siempre ratificó a quien venciera en las elecciones. Cuán difícil era suponer que un Congreso en el cual no teníamos la mayoría, hubiera podido romper con esta tradición, para elegir -en el ’58- un candidato socialista apoyado exclusivamente por el Partido Comunista. Si nosotros hubiésemos lanzado al pueblo a la lucha, se habría desatado una represión violenta.

Aunque es cierto que el presidente Ibáñez personalmente expresó simpatía por mi candidatura, no intervino ni me apoyó decididamente. Ni yo le pedí eso. No había ninguna condición, ninguna posibilidad concreta. Ahora, sí creo que hemos demostrado conciencia política. Aquella misma noche yo les dije a los trabajadores que habíamos perdido una batalla, pero no la guerra. Y debíamos seguir preparándonos. Creo que este precedente, entre otros, es lo que ahora me permite tener autoridad moral. La gente sabe que soy un político realista y que, además, mantengo las promesas.

Hace más de treinta años, me correspondió participar en forma activa en la erección del Frente Popular, movimiento unitario de izquierda que, con el sacrificio de legítimas aspiraciones de los partidos de la clase obrera -como el Socialista-, hizo posible el triunfo del presidente Pedro Aguirre Cerda, en cuyo gobierno tuve el honor de ser ministro de Salubridad, como personero de mi colectividad.

En 1952, en momentos difíciles para la clase trabajadora y sus colectividades políticas, enfrenté la dura tarea de encabezar un movimiento de esclarecimiento ideológico, asumiendo su representación en una contienda sin posibilidad alguna de buen éxito electoral. En 1958 y en 1964, fortalecido ya el proceso iniciado en 1951, me correspondió personificar al Frente de Acción Popular en dos campañas presidenciales, que si bien no culminaron en la conquista del poder, contribuyeron de manera decidida a esclarecer y ampliar el proceso revolucionario. El esfuerzo para unificar los partidos populares tiene ahora importancia aún más relevante.

La Unidad Popular se plantea como la alternativa de un gobierno diferente; es la conquista del poder para el pueblo, precisamente después que el país ha experimentado el fracaso del reformismo demócrata-cristiano y cuando aún están a la vista los resultados del anterior régimen, inspirados ambos en el capitalismo tradicional.

El panorama internacional nos señala la urgencia de enfrentar la intromisión imperialista, cada día más insolente y traducida en el fortalecimiento de las fuerzas represivas y contrarrevolucionarias y de la que es gráfica demostración el informe del gobernador Rockefeller.

Bolívar decía: “Los Estados Unidos quieren sujetarnos en la miseria en nombre de la libertad”. Y Martí ha dicho frases mucho más duras. No quiero repetirlas, porque en realidad yo distingo entre el pueblo norteamericano y sus pensadores y la actitud a veces transitoria de algunos de sus gobernantes y la política del Departamento de Estado y los intereses privados que han contado con apoyo norteamericano.

En realidad, la Doctrina Monroe consagró un principio: “América para los americanos“. Pero éste no ha sido efectivamente observado, porque en América del Norte hay un desarrollo económico que no hay en Centro y Sudamérica. El problema no ha sido resuelto sobre base de igualdad de intereses. Defender el principio de “América para los americanos” a través de su Doctrina Monroe ha querido decir siempre “América para los norteamericanos”. Conocemos bien el drama de América del Sur, que siendo un continente potencialmente rico, es un continente pobre, fundamentalmente por la explotación de que es víctima por parte del capital privado norteamericano.

Nosotros luchamos fundamentalmente por la integración de los países latinoamericanos. Creemos que es justo el camino indicado por los padres de la patria, que soñaron la unidad latinoamericana para poder disponer de una voz continental frente al mundo. Esto naturalmente no impide que miremos no sólo con simpatía sino también en profundidad el significado de la presencia del pensamiento del Tercer Mundo. Podría sintetizar mi pensamiento en respuesta a su pregunta diciendo que luchamos antes que nada por hacer de América un auténtico continente en sus realizaciones y por ligarnos cada vez más a los países del Tercer Mundo. Es claro que creemos que el diálogo es fundamental. Los pueblos como el nuestro luchan por la paz y no por la guerra; por la cooperación económica y no por la explotación, por la convivencia social y no por la injusticia.

Si el hombre de los países industrializados ha llegado a la Luna, es porque ha sido capaz de dominar la naturaleza. El problema es que, si bien es justo que el hombre ponga los pies sobre la Luna, es más justo que los grandes países -para hablar simbólicamente- pongan los pies sobre la tierra y se den cuenta que hay millones de seres humanos que sufren hambre, que no tienen trabajo, que no tienen educación. Por eso pienso que el hombre del siglo XXI debe ser un hombre con una concepción distinta, con otra escala de valores, un hombre que no sea movido esencial y fundamentalmente por el dinero, un hombre que piense que existe para la fortuna una medida distinta, en la cual la inteligencia sea la gran fuerza creadora.

Quiero decirle que tengo confianza en el hombre, pero en el hombre humanizado, el hombre fraterno y no el que vive de la explotación de los otros.

La tarea que tiene ante sí la Unidad Popular es de tal urgencia histórica que, si no se cumple con prontitud, incontenibles tensiones sociales arrastrarán a Chile al caos, como consecuencia del fracaso del sistema. Hasta un ciego puede ver las proyecciones y el significado que han tenido y tienen las huelgas del Poder Judicial y del Regimiento Tacna. La hoguera de rebeldía juvenil no se apaga sino con su presencia activa y creadora en la construcción del socialismo.

Si los partidos que reivindican para sí la responsabilidad de vanguardia no son capaces de cumplir adecuada y unitariamente su papel revolucionario, surgirán en forma inevitable la insurgencia desesperada o la dictadura como proyección de la insuficiencia cada vez más notoria del régimen. No es el camino de la asonada, sin conducción política responsable, la solución que puedan sustentar los verdaderos revolucionarios.

Luchamos por crear el más amplio y decidido movimiento antimperialista, destinado a que se cumpla la revolución chilena. Los emboscados que hubieran podido llegar hasta nosotros serán aplastados por la clarividencia revolucionaria del pueblo. No somos sectarios ni tampoco excluyentes; somos y seremos, sí, exigentes, para que en Chile el pueblo no aparezca burlado en sus ansias de independencia económica y política. La dictadura contrarrevolucionaria no será capaz, por cierto, de abrir posibilidades al país ni de acallar, por el imperio de la fuerza, la legitima rebeldía de los chilenos altivos y combatientes.

El cuadro nacional nuestro es muy claro. La frustración se expresa desde el intelectual al campesino, y la juventud busca tácticas de lucha que señalan su decisión de desafiar resueltamente el actual estado de cosas, aunque aquéllas no sean las más convenientes para el desarrollo orgánico del proceso revolucionario. Quienes tenemos serias responsabilidades en el movimiento popular y hemos fundido nuestra suerte con la suya, nos hallamos más obligados aún para asumir una actitud de desprendimiento y de consecuencia moral.

Personalmente, sólo aliento un anhelo íntimo: que vaya donde vaya, esté donde estuviere, seguiré siendo para el pueblo “el compañero Allende”.

Salvador Allende Gossens

Publicado por Proyecto Comunicacional Valparaíso

Ernesto Guevara Linch "EL CHE "

Unidad Latinoamericana

CANCIÓN CON TODOS, Mercedes Sosa